La única excusa que hoy podés poner para no hacer cosas es falta de tiempo. Cosa que también se puede resolverse si nos organizamos mejor. Hoy no saber de algo, es realmente no querer saber.
Vivimos en una realidad donde todo está al alcance de un search. Clases de Photoshop, tesis sobre conceptualización, miles de páginas con referencias visuales, wikitodo, freebies por todos lados. Es un mundo fantástico para el que quiere hacer. Nunca hubo tantas herramientas. Nunca hubo tantas oportunidades para gente con tiempo. ¿Y qué tienen los jóvenes más que nada? Tiempo. El tema es cómo lo organizan. Y ahí cada uno lo hace como quiere. Todo lo que yo puedo decirte, es desde mi experiencia. Que no es más que eso, una experiencia más. Eso está bueno que lo sepas, todos los consejos que la gente te da, son sus vivencias personales, por eso si yo te digo: – Organizá tu tiempo en bloques de horas, para poder hacer varias cosas a la vez, es desde mi experiencia. A mi me resulta, no sé a los demás. Bueno, que me voy por las ramas.
Vivimos en el mundo de no esperar. Me pone nervioso la gente que espera para hacer cosas. No digo que esté mal. De hecho creo que la paciencia es algo muy valioso. Pero es algo que yo simplemente no tengo. Me gusta que las cosas pasen. Y pasen ya. Esa inquietud me lleva a estar todo el tiempo queriendo hacer. Como siempre, hay posiciones enfrentadas: No hacer nada hasta tener todo completamente cerrado, o tener una idea e ir haciendo a medida que vas desarrollando. Vivir en estado beta le llaman. Personalmente me identifico con esta segunda forma de trabajo. Me encanta que ahora podés ir ajustando cosas en el camino. Me gusta que todo se mueva. Sea dinámico. Que si vos querés, nunca termina. O si termina, empezás algo nuevo. Sin esperar. Odio esperar, no se si queda claro.
Creo que desde el hacer nos vamos conociendo a nosotros mismos. Nos damos cuenta quiénes somos. Qué somos. De qué estamos hechos. Hasta dónde somos capaces de llegar. Hoy no hay excusas para la gente de ideas, para demostrar de qué estamos hechos.
Si te gusta escribir, publicá tus ideas en un blog. Si te gusta pintar, colgalas en tumblr. Fotos, Instagram y así una lista interminable. No necesitás más el permiso de alguien para ser creativo. O mejor dicho, no necesitas de nadie que te frene para mostrar tu creatividad. Lo colgás online y listo. El medio dejó de ser un impedimento. Así también como los presupuestos.
Hoy tu teléfono tiene calidad profesional. Como decía antes, desde el hacer nos damos cuenta de lo que somos. Nos damos cuenta de lo que nos gusta. Me gusta la creatividad. ¿Qué te gusta de la creatividad?, ¿Te gusta escribir?. Escribí y publícalo en un post. ¿Te gusta la reacción de la gente? Hacé experimentos interactivos con ellos. ¿Te gusta lo audiovisual? Ponete a rodar y colgálo en Youtube. ¿Te gusta pintar? Pintá y exhibílo en la calle. Tenemos que dejar de ponernos excusas. La excusa somos nosotros mismos. No hay donde esconderse. Es importante mostrar lo que hacés. No importa si es publicidad o proyectos personales.
Es importante que tengas algo que mostrar, porque eso es lo que nos alimenta a los creativos. El mostrar lo que tenemos dentro. El ver las reacciones de la gente. Y no te escudes en la geografía. Internet destruyó entre otras cosas, la geografía. Hacer no conoce lugar. Podés hacer desde donde quieras y compartirlo con quien quieras. Cuidado, también porque no hay geografías tené en cuenta que lo que hagas puede tener un impacto global, para bien y obviamente para mal. Y sabés, ¿cuál es el secreto para hacer? Hacer. Déjate de hablar y hacé. Ya. Es más, dejó de escribir para que puedas dejar de leer y ponerte a hacer esas ideas que tenés en la cabeza. Dale.
Hacer es lo único que hay que hacer. ¿Arrancamos?